La técnica de la colovaginoplastia está indicada cuando la técnica de inversión peneana no se puede conseguir profundidad vaginal suficiente (en casos de penes circuncidados, intervenciones previas, micropenes, etc.). A pesar de su complejidad y riesgos, se obtienen muy buenos resultados: una vagina de gran profundidad y abundantemente lubricada.

Aunque también hay que tener en cuenta que este tipo de intervención conlleva mayores riesgos, por lo que solo debe realizarse en los casos excepcionales

Nuestra experiencia y resultados a través de encuestas personales arrojan que todas nuestras pacientes tienen relaciones sexuales placenteras y experimentan orgasmos. Presentan sensibilidad conservada a nivel de clítoris, vaginal y perineal.

La vagina de la mujer transexual no presenta una lubricación natural tan abundante como una vagina biológica. Pero con el tiempo, la piel que recubre la vagina se adapta a su nueva posición más interna que permite cambios epiteliales progresivos hasta conseguir una secreción espontanea suficiente en 40% de los casos. En los casos donde no se consigue lubricación se usan lubricantes íntimos o hidratantes.

Las dilataciones son una parte muy importante de todo el tratamiento. Su práctica constante y metódica durante los primeros tres meses es estrictamente necesaria. Cuando las pacientes mantienen una actividad sexual de pareja habitual, las dilataciones son innecesarias, pues es mejor una penetración natural que una dilatación mecánica.

No es aconsejable realizar la primera penetración hasta que haya transcurrido un mínimo de dos meses desde la intervención. Además, es aconsejable que esta primera relación con penetración se realice con una pareja que conozca la situación personal de la paciente para, de esta manera, conseguir una primera relación satisfactoria y no dolorosa.

En la mayoría de pacientes, el tratamiento hormonal es necesario de por vida, pero las dosis serán modificadas según los controles posteriores a la intervención. Esta modificación debe ser siempre realizada bajo la supervisión de un endocrinólogo. La automedicación puede poner en riesgo la salud de la paciente.

El cáncer de mama es muy infrecuente en mujeres transexuales. Pero la exposición continua y larga del tratamiento hormonal puede producir cambios en la glándula mamaria, por lo que es aconsejable una revisión periódica con el ginecólogo.

Con el tratamiento hormonal que reciben las pacientes transexuales, la próstata disminuye de tamaño considerablemente en pocos años y, en muchos casos, acaba por atrofiarse, por lo que la incidencia de cáncer de próstata es baja. Se recomienda someterse a una determinación del PSA a partir de los 50 años.

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